NO ME ACOSTUMBRO
NO
ME ACOSTUMBRO
ni a tus amados
hijos, amigo mío,
pues las aves de
rapiña
andan disfrazadas de
humanos
graznando entre tus
hermanos.
Y es que tu tierra se
me hace agua
cuando miro en los
ojos al niño
y fuego cuando a la
mujer callada.
Me revienta la mirada
cuando mis ojos miran
y ven nada.
Habré de andar este
desierto
para hallarte,
hermano.
¡Que linda se ve tu
hija
con la cabellera
pajiza ondulada!,
¿Qué lindos sus ojos,
y que hermoso ella te
canta!.
Pero hoy, cuando te
miro,
se me hace la arena
camino
y el agua sueño.
Vuelvo nostálgico a
casa,
para escuchar el canto del ruiseñor
en la noche
estrellada,
y a la muga
adormeciéndome
con las trovas de la
montaña.
Te guardo
secretamente
entre mis cantos del
alma,
y aguardo furtivo
a que el cuervo
parta,
para poblar tu tierra
de lirios y
madreselvas,
y por las noches,
¡ha!, por las noches
yo te cantaré las
baladas
que mi Muga me canta,
para soñar juntos
en un nuevo tiempo
bajo las estrellas,
y encumbrarnos
renacidos
en altivas palmeras
y mecernos con el
viento
que nos traerá arena
dorada.
Entonces, regados por
la escasa agua,
reverdeceremos esta
tierra
y consagraremos
nuestra amistad
en el altar del
tiempo que no cesa.
El aire y el agua
serán nuestro alimento
y la tierra nuestra
casa,
y la niña nos cantará
sus baladas,
mezcladas con cantos
de mi Muga amada.
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