LA NAVE
LA NAVE
Tal vez
debiera navegar, si,
remontar
la lluvia, y aventurarme
por los
océanos del llanto,
hasta
hallar la causa de tanto lamento.
Furtivamente,
sumergirme
en la
nada subconsciente,
y
deselectrizar su mecanismo.
Si, tal
vez ya fui navegante,
y el
cascarón de mi frágil nave,
probablemente
perviva
en
alguna lejana hondonada.
Pero
aun fluyen por mis ojos lágrimas,
y la
lluvia no cesa.
Tal vez
debiera navegar, si,
tal vez
debiera navegar
por las
ausencias de mi alma,
y
hallarme para hallarte.
Pero
aun no tengo nave,
pero
aun no tengo velas,
pero
aun no tengo ancla,
pero
aun no tengo mares,
y por
no tener,
ya no
tengo ni las ganas,
y por
no tener,
ya no
tengo ni las ganas.
Aunque
puedo navegar
también
sin nave, sin velas,
sin
ancla, sin mares, sin ganas,
porque
sé que navego
en una
nave llamada esperanza,
cuyas
velas son de seda,
y su
ancla de nácar,
Y por
mar, ¡ha!, ella navega
por los
mares que tu le mandas,
y allá
no hay lluvia,
y allá
no hay lágrimas,
allá …
solo hay nada.

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