TE CONTEMPLO

TE CONTEMPLO


Viajo eternamente entre
el espíritu y la materia,
sin hallar el vórtice de unión
que me libere de ambos.

He contemplado tus mil ciento ocho formas,
oído tus mil ciento ocho nombres,
he viajado hasta tu ombligo
donde ahora me encuentro,
pero salvo este pestilente
hedor a orines rancios
y  un antiguo aroma
que acude a mi recuerdo
de incienso, sándalo, champa
y resinas olorosas,
no veo mas que piedras
hermosamente decoradas.

Te se en ellas,
y en el hedor a orín,
y en el tiempo que consumo
escribiendo este poema,
te sé en los visitantes
que vienen y van
sin atender mas que a sus cámaras.

Te sé en mí, expectante,
presto al silencio
y al grito estentóreo.

Te sé en las manos que tallaron
estos hermosos templos,
y en las azadas que cavaron
la tierra donde se gestaron las semillas
que dieron vida a estas acacias gigantes.

Y en el agua que fluye por el Tungra,
y en su canto apasionado.

Tu y yo, solo uno,
pero ya la unidad
comienza a quebrarse
bajo este cielo claro,
nada acecha allá en el horizonte
nada crece y se ensancha,

nada.

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